El parto para que se materializara la segunda edición de Titanes del Caribe fue uno con cesárea, extremadamente complicada, y el peligro estuvo hasta el minuto cero.
Era una cifra que no estaba estipulada en el contrato final, pero que jugadores habrían exigido a última hora como compensación por no volar en un vuelo chárter, como en el acuerdo original, que fue reestructurado, se establecía.
Tras la presión desde el equipo azul, los organizadores giraron US$40,000 la noche del viernes desde una cuenta del Chase Bank hacia una del Banco de Reservas, a nombre de Emilio Bonifacio, quien es el capitán del equipo.
El domingo, hubo que completar el otro pago de US$10,000 antes de salir al terreno de juego.
El equipo viajó en un vuelo comercial de la línea JetBlue (patrocinador del partido), en una nave junto a directivos y cercanos al equipo. El caso de las Águilas, no hubo esa exigencia y la delegación (peloteros y directivos) voló en un vuelo comercial, junto a pasajeros regulares.
Un inconveniente que llegó a última hora y que podría traer consecuencias legales, puesto que las negociaciones de la empresa organizadora la hizo con ejecutivos de la Lidom, Licey, Águilas y la Federación de Peloteros, no con peloteros de los equipos.
Fue el punto final de un evento que cuando se firmó el contrato original se pagaría US$2,350,000 a ser repartidos entre los dos equipos y la Lidom, incluyendo viajes en vuelos chárter, por dos partidos en el Bronx y uno en Queens, pero que con la salida de los dos juegos en Yankees Stadium se renegoció bajo otras condiciones.
Ambos equipos completarán esos dos partidos en San Juan, Puerto Rico, los días siete y ocho de diciembre. Fuente:diariolibre