La tos persistente de los pacientes parecía una “sinfonía macabra”; eran las 2:17 de la madrugada y en la emergencia de la clínica Corominas no había espacio para más pacientes y todas las camas de internamiento para contagiados de Covid-19 estaban ocupadas.
Entre el silencio de la madrugada, se escuchaba a los doctores decir y repetir que no podían aceptar más personas en la emergencia “porque no había camas para ingreso” y cuando algunos pacientes se quejaban de que tenían cuatro, cinco y hasta seis horas esperando que le medicaran, les decían que “tenga paciencia que aquí estamos trabajando con la mitad del personal, pues el 50% del personal tiene Covid”.
Casi todos los pacientes llegaban con los mismos síntomas: fiebre, tos, dolor en el cuerpo y un catarro que desesperaba. Muchos llegaron en la tardecita del viernes, entre las cuatro y las seis de la tarde, pero los procesos de atención eran lentos, aunque se veía a los doctores atareados llenando formularios e indicando analíticas.
En una pizarra ubicada detrás del stand de médicos y enfermeras se leían los nombres de quienes eran atendidos, 24 en total, seis de estos estaban marcados UCI.
Ramón Reyes, con 84 años, llegó a la emergencia acompañado de dos de sus hijos, con un cuadro delicado de “neumonía atípica por Covid”, ese fue el diagnóstico con el que llegó de Mao, Valverde, donde lo refirieron porque no había cama para ingresarlo, ni unidad de cuidados intensivos disponible para su cuadro clínico.
En conversación entre pacientes y familiares, todos esperando respuesta y mejoría, cuentan los hijos de don Ramón que en Mao no había donde internarlo y que una amiga que trabaja en la Unión Médica les advirtió que no lo movieran de la Corominas, pues no iba a encontrar cama en otros centros. Fuente: Listindiario